Mi concierto (catastrófico) de Tokio Hotel
El fenómeno Tokio Hotel está lejos de apagarse. La llama del rock alemán todavía se consume en casa de numerosas fans. Para prueba, el "concierto" de la tarde del miércoles, en Showcase en París, con un ambiente histérico.
El miércoles, 28 de octubre, a las 20h. estoy invitado a "un concierto privado de Tokio Hotel". Poco embalado por el grupo de rock alemán, finalmente llevo allí a mi hermana pequeña (11 años), "no es una verdadera fan, pero les gustan mucho a pesar de todo".
Una cola de aproximadamente 200 o 300 personas que tenian que esperar cin paciencia delante de la sala de Showcase. Invitaciones de filas por parejas, entramos en la sala parisina y próxima del puente a Alexandre III. En el interior, el ambiente es tranquilo, cubierto con un fieltro, rodeado de paredes de piedra. Nos colocamos a algunos metros del escenario esperando a los hermanos Kaulitz (nombre de ambos hermanos líderes del grupo), para un concierto previsto a las 21 horas.
20h15. La muchedumbre entra en la sala. Una nube de jóvenes chicas de entre 13 y 16 años se acerca. Poco a poco la sala estrecha se rellena únicamente por señoritas. Cuento todo lo más una decena de chicos. Los chicos que cuentan, son los cuatro de Tokio Hotel, cuyo nombre algunas ya nombran.
20h30. El nubarrón de groupies tiene paciencia, colgadas del teléfono. Ellas todas envían sms contando cual es su posición. "Oh, pero no hay ninguna red aquí", lanzan una nueva llegada. No! Showcase es subterráneo, difícil de captar una red aquí.
20h45. Se acerca el principio del concierto. Primeros atropellos y agarradas entre fans. Las primeras plazas son caras. Ciertas personas explican que tienen paciencia desde las 8 de la mañana y reivindican el derecho a estar delante. Altercados...Ambiente!
21h. Todo el mundo entró. El calor es sofocante, los olores también. En la primera fila, una joven chica vomita su comida, "demasiado alcohol", dice.
21h15. Ya está! El presentador anuncia el principio del concierto. "Y ahora, prepárense para el show holográfico de Tokio Hotel!" Chip a la oreja. "holográfico"? Sorpresa! En realidad, ningún grupo, justo la difusión de un concierto registrado un mes antes y difundido en hologramas, devolviendo un bello efecto en 3D. ¿El concierto pierde todo su sentido? ¡Noooo! Los fans en trance cantan a voz y grito. Algunas llaman a su héroe. "Bill, Bill, Bill!" Ninguna respuesta...
21h25. Ya dos canciones. Los hologramas continúan su show. De izquierda a derecha, la muchedumbre se lanza, atropellada al ritmo del rock alemán. Varias adolescentes de la primera fila se sienten mal. Los vigilantes las sacan del brazo de la muchedumbre. Una, luego dos y ya una primera decena. Algunas entran en pánico, otras gritan su amor. Tokio Hotel, hasta virtual, desencadena pasiones.
21h30. Fin de la tercera canción. Entre cada una, la imagen del grupo desaparece para fijar la portada del último álbum. De repente, una pausa del DVD. Todo se apaga, la luz se vuelve a encender. Los oraganizadores, acompañados por los vigilantes, llaman a la muchedumbre a retroceder para "no aplastar a los de delante". Nadie se mueve. Nuevo llamamiento: "pensad en vuestros compañeros que están contra las barreras". Los fans se calman. La muchedumbre se espacia. Cuando la luz se apaga, todos los espectadores se vuelven oscuros.
21h35. Una canción (calma) más tarde, la música se para de nuevo, la luz se vuelve a encender. "Problema técnico, haremos una pausa de un cuarto de hora, sacad provecho de eso para retroceder", lanza una organizadora. Nadie se mueve. Demasiado para mí. El calor aplastante y el ambiente histérico de un no concierto tuvieron razón de mi paciencia. "Es nulo", lanza mi hermana a la salida de la sala. Pensaba que el fenómeno Tokio Hotel había pasado de moda, grosero error. No me llevarán allí más.
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